martes, 1 de diciembre de 2009

COMBINACIONES SECRETAS II

En el año de 1871, Joshua Reuben Clark nació en el poblado de Grantsville, del entonces aun territorio de Utah. Inicio por 1906 su carrera política, ocupando múltiples responsabilidades y creando relaciones que ayudarían a establecer ligas ventajosas para la comunidad mormona de Salt Lake City.

Entre los “aportes” de Clark se encuentra la creación del memorandum que lleva su nombre y que sirvió como borrador e inspiración para promulgar la “Doctrina Monroe” [dicha doctrina es uno de los principios intervencionistas en que los USA basan su política de “policía mundial” y que les da el derecho – en nombre de la democracia, la libertad y por supuesto Dios – de inmiscuirse en los asuntos de terceras naciones latinoamericanas, con el fin de iluminarles y protegerles de malas decisiones, por no decir robarles, sojuzgarles y despojarles de su autonomía nacional. [¿Quien dice que los mormones no somos segregacionistas?]

Clark fue un político y abogado destacado en Washington, con fuertes lazos masones y pesados intereses comerciales, quien fue apoyado y recibió el favor político del Apóstol y Senador Reed Smoot, [una vez que se gano la confianza del ala política de la ultra derecha republicana] heredándole éste, contactos y una agenda “divina” en el nuevo ajedrez nacionalista que los yanquis elaboraban en pleno siglo XIX.

Clark fue un embajador abyecto en México y entre sus poco éticas labores estuvo conspirar al lado de algunos sucios políticos mexicanos en la muerte de al menos una centena de obreros en diversas minas explotadas por caciques yanquis en la frontera del norte mexicano en una época pre-revolucionaria.

Este hombre regordete y de influencia oscura fue llamado a servir como un Consejero de la Presidencia de la Iglesia sin ser miembro del Quórum de los Doce allá por 1934, igualmente carecía de experiencia como setenta o autoridad general, ni siquiera había sido Presidente de Estaca u Obispo y solo había asistido tres veces a la reunión sacramental en siete años en Washington. Clark fue impugnado por ello y otras cuestiones.

En una ocasión en México, en su calidad de embajador de los USA, se apareció en una pequeña casa de oración que la Iglesia tenía en la Capital mexicana y salio a los 5 minutos de su arribo, diciendo en voz alta “toda la gente debajo del río Bravo es sucia y huele a cerdo, no se porque se molestan en Utah por estos pobres diablos”.

Desconociendo la mayoría de las más elementales enseñanzas acerca del dogma de entonces, y ya entrado en la sexta década de edad – una vez que, siguiendo la agenda de Salt Lake City, logro establecer a jóvenes soldados [de la no menos oscura nomenklatura mormona] en la turbia red de la política americana – entre esos jóvenes se encontraba Ezra T. Benson un supremasista blanco de Idaho, entonces un joven con sueños de grandeza que fue reclutado por J. Reuben Clark para trabajar en el ala republicana, la más sombría cara política de los grupos a quien el Libro de Mormón llama combinaciones secretas.

En esa época en que los jóvenes se le acercaban buscando oportunidades de colocación política, un ex misionero recién llegado de su servicio proselitista en Canada, se puso a disposición del regordeta Clark como su secretario particular y sin costo monetario para el viejo político, ¿su nombre? Mark Edward Petersen.

Mark E. Petersen llego a las oficinas del recién instalado Élder Clark – Petersen se acomodo rápidamente en un rincón y desde allí mismo se abrió camino en la burocracia mormona – primero invirtió tiempo y esfuerzo para ganarse la confianza del robusto Clark y después, su amistad.

Bajo la tutela del “mecenas apostólico”, Petersen se volvió una carta importante para los intereses de Clark – de hecho, ambos se ayudaron en sus metas. Primeramente Petersen espió y luego informo de los planes y agenda de los otros miembros del Quórum de los Doce; en esos días, Petersen detecto una colección de escritos y libros no publicados por Talmage y que se encontraban en la biblioteca personal que Talmage conservaba en su oficina del Templo de Salt Lake City y que Petersen uso como anzuelo en Clark, a quien subyugaba el autor de “Jesús el Cristo” y, oportunamente le lleno de datos de él. El político sentía una curiosidad inmensa por el ciudadano y converso ingles quien para entonces era aun una figura enigmática en los pasillos de la mitología de la Iglesia. (Talmage había muerto en 1933 y Clark siempre lamento no haber cultivado una amistad con el legendario Apóstol)

Otro de los compañeros de Clark en el Consejo de los Doce, quien ejercía una influencia demoledora en los asuntos espirituales [a los cuales Clark se sentía ajeno y extraño] era el que se convirtió en su Némesis y a quien pronto trataría de encantar con la vieja rutina del Potomac, ¿su nombre? Richard R. Lyman.

Lyman era parte de la crema y nata de las viejas familias “originales” que organizaron y encabezaron el valle de Utah. Su origen familiar le daba ciertos privilegios que primero Clark sintió le cobijaban e incluían en sus nuevas funciones, pero que más tarde se opusieron a su manera de “ver las cosas en el reino”.

El primer tema que los enfrento abiertamente y donde Clark se sintió humillado fue en una reunión del Quórum que se efectuó el día 14 de marzo de 1934 cuando las primeras brisas de guerra empezaban a soplar en el planeta – los judíos habían desatado una guerra propagandística desde 1933 por todo Europa y América contra Alemania y todo en el mundo financiero se reorganizaba para invertir en la nueva guerra de reacomodo mundial pues los barones del dinero ya financiaban el proyecto – entonces, el regordete Clark intento inducir a Heber J. Grant “profeta, vidente y revelador” a que la política financiera de la Iglesia “invirtiera” en la oportunidad que aparecía en el horizonte.

Lyman levanto la mano en contra de aquella idea a la que tildo de descabellada y argumento que los “santos habían vivido duros momentos para sobrevivir en la depresión económica y que ahora era un insulto tomar el dinero del Señor dándolo a los bribones de NY solo para obtener algunas monedas de ganancia a costa de la vida de gente inocente que es llevada al matadero en los festines de negocios fabricados a sangre y armas por esos sucios hijos del infierno”.

Clark reviro aduciendo que era “un momento en que la Iglesia tenía que mostrarse como un grupo patriota que apoyara a su país” y que seria bueno que se saliera del ostracismo en que habían vivido durante casi cien años.*Nota 1

1*(Ostracismo que aun molestaba a Washington y que había dejado mal parada a la Iglesia desde las audiencias ante el Senado de los USA de Reed Smoot y donde Joseph F. Smith, el entonces presidente de la Iglesia fue interrogado por el Senador Dubois y al preguntársele si alguna vez, en calidad de profeta o vidente, había recibido revelación o algún tipo de comunicación con Dios, Smith negó abiertamente en alguna ocasión mantener comunicación alguna de índole espiritual o real con Dios. “No Señor, ninguna absolutamente”, respondió Smith. Senado de los USA: Caso Reed Smoot, Tomo 1 pagina 483)

Lyman contesto al argumento de Clark, zanjando la discusión: “Si extraña ese mundo, tal vez debería volver allí hermano Joshua”

El Quórum voto a favor de olvidar la idea de Clark y de manera unánime desecharon la propuesta. Sin embargo, algo que Lyman y los otros 11 miembros del Quórum ignoraban era que Heber J. Grant compartía el interés de obtener ganancias y fortalecer a la institución mormona, pues los años del crack financiero se habían ensañado con la región y el progreso del estado no era aun lo soñado por la gente SUD.

Grant aun conservaba fresca en la memoria su primera asignación recibida como “apóstol mormón” y pensaba que el dinero era un factor más sólido que la ética espiritual (Grant se había negado activamente a realizar el estudio de inversión y encabezar el desarrollo de la industria de la remolacha en Utah, desobedecido e intentado sabotear abiertamente la instrucción del entonces profeta W. Woodruff quien había señalado que “la inversión y el proyecto se realizaría así la Iglesia quede arruinada”; Grant a regañadientes realizo el proyecto a fines del siglo XIX y, sumamente sorprendido, contemplo el éxito del negocio del azúcar de remolacha y entonces se volvió un jurado defensor de la doctrina, aun vigente, de “hacer crecer el dinero que Dios nos ha confiado”) y que valía la pena escuchar al novel apóstol Clark y poner a trabajar el dinero de los diezmos que directamente él manejaba. “¿Qué importa que los gentiles lo usen para una guerra? Hagamos la inversión ya”. Reflexiono y ordeno después, por supuesto, a espaldas del Quórum de los Doce.

Cuando el primer año termino, las arcas de la iglesia reportaron un 30% de ganancia en la inversión y Clark recibió en compensación el llamamiento de Primer Consejero de Heber J. Grant – ante el enojo generalizado del Quórum que se sorprendió del llamamiento del “regordete mafioso” como le llamaba George A. Smith – entonces surgió un evento que creo un cisma entre la Presidencia de Heber J. Grant y el Consejo de los Doce. La sospechosa muerte de Anthony W. Ivins, primer consejero de la Presidencia, quien, casualmente, había puesto en alerta al Quórum de los Doce apenas tres semanas antes de su inesperada muerte sobre los movimientos de recursos y la inversión no autorizada. El puesto de Ivins fue tomado por Clark ante el enojo del Quórum y el beneplácito de Heber J. Grant. ¿Quién asegura que existe un orden en la Iglesia?

Lyman, Joseph F. Smith, John A. Widtsoe y David O. McKay buscaron detener lo que consideraron una violación de las más elementales buenas costumbres con el dinero del Señor.

Durante meses, el Presidente Grant trato de concertar un acuerdo apelando a “sus llaves”, en respuesta, el Consejo pidió que se despidiera a Clark y se enmendara el hecho.

Grant solicito comprensión y prometió que Clark seria reasignado de alguna manera que salvaguardara la imagen del grupo cabeza de la Iglesia.

En tanto, Clark salvo el cuello merced a dos eventos: el primero fue que Alemania invadió a sus vecinos y pronto estaba ya en guerra todo el continente europeo.

La segunda, un extraño ataque de apoplejía sufrido por Heber J. Grant apenas iniciado el año de 1940. De pronto, el Consejo estaba sin una cabeza visible y los Consejeros se dividieron las funciones. Grant prácticamente fue aislado en su casa de campo y solo se comunicaba por carta con sus colaboradores. Los pocos que lograron verle, dicen que prácticamente estaba en estado vegetal e inconsciente. David O. McKay fue encargado de la mitad de las responsabilidades y la otra mitad fue asignada a Clark, quien recibió carta abierta en el manejo de las cuestiones temporales y espirituales [las finanzas especialmente] y así, envió a los apóstoles más inconformes, a misiones en ultramar.

La guerra, como siempre, fue un oasis para el político mundano – siempre lo es para todos – que coexistía con el mormón regordete.

El Consejo de los Doce hacia planes para enfrentar al obeso Clark en la Conferencia de Octubre de 1943 y denunciarlo frente a la congregación en pleno. Lyman, George. A. Smith y Joseph Fielding Smith tenían en su poder copias de documentos que pretendían hacer llegar a los Setentas y a la Iglesia, comprobando la malversación de fondos y el financiamiento de la guerra con tintes de enriquecimiento de dinero lleno de sangre inocente.

Lyman con fuertes lazos y apoyo en el Consejo fue la voz tronante contra tan oscuro accionar de Clark. ¿Quién se cree que es ese advenedizo lleno de flatulencias? Debemos encargarnos de él rápidamente y enviarlo de regreso a su mundo de marrullerías en Washington. La advertencia de Lyman a sus hermanos de Quórum llego a oídos de Clark por voz de su protegido Petersen y ambos planearon como quitarlo de en medio.

Mark E. Petersen [racista, misógino, mentiroso y turbio operador de Clark en los pasillos de Salt Lake City] había estado recabando datos entre los archivos del trabajo genealógico de la Iglesia y tenia en su poder pruebas documentales de que la mayoría de los miembros del Quórum habían realizado recientemente – entre 1920 y 1940 – matrimonios múltiples en los templos mormones yendo en contra de la política publica de la Iglesia desde que Lorenzo Snow había promulgado un edicto para la membresía.

De alguna manera, Petersen logro filtrar la información documental – con ayuda de los contactos políticos de otro aprendiz de Clark, Ezra T. Benson – a varios periodistas de NY y Los Ángeles [por esa época se planteo la necesidad de adquirir una empresa editorial que publicara un diario noticioso que sirviera para casos urgentes como el “hecho” montado en contra de algunos apóstoles, el periódico “The Angeles Times” es ahora en parte propiedad de la Iglesia hoy día] quienes empezaron a realizar una investigación de cerca de las costumbres familiares de los integrantes del Quórum de los Doce, generando con ello una peligrosa grieta en la blanca pared que la Iglesia simulaba tener.

La mayoría de los miembros del Consejo de los Doce opto por esperar a que David O. McKay gestionara con su compañero en la Presidencia una reunión post Conferencia General de Octubre de 1943. El Consejo esperaba detener lo que a todas luces era un golpe de estado espiritual de Clark, confiando en que Heber J. Grant se recuperaba [sus médicos de cabecera aseguraron que estaba cada día mas lucido, mejorando notablemente y que regresaría a su trabajo en enero de 1944 – lo que ignoraban era que los doctores habían sido aleccionados por Petersen previamente] por lo que se convoco a una reunión al Consejo de los Doce en Noviembre de 1943, apenas unas semanas después de la Conferencia General que dirigió entonces McKay como Segundo Consejero de la Presidencia ante la mirada de molesta de los miembros del Quórum de los Doce.

En aquella Conferencia General de finales de 1943, la mayoría de los miembros que asistieron sabían de los choques de liderazgo del Consejo de los Doce con Clark y esperaban que se anunciara su relevo sin esperar el regreso del Presidente Grant. Nada sucedió en ese Octubre, y el Consejo espero a la reunión de Noviembre, no sin mostrar enojo ante el repentino llamamiento y sostenimiento en el Consejo de los Doce de otro de los lacayos de Clark: Ezra T. Benson.

Cuando la fecha de cumplió, de alguna extraña manera Lyman no llego a tiempo – las leyendas urbanas mormonas dicen que el camino que llevaba de su casa al Centro de Salt Lake City amaneció cerrado por los servicios de mantenimiento del estado de Utah, curiosamente dirigidas por el Director de la Oficina de Cuidado Urbano, primo de Ezra T. Benson – cuando por fin arribó a la reunión convocada para las 8:00 AM, Lyman llego con casi dos horas de atraso y le fue impedido el acceso a él y a sus asistentes que lo esperaban desde temprana hora fuera de las puertas del Templo, y a quienes se les había negado el ingreso también.

Petersen, apareció con una carta en la mano y la copia de un artículo que seria publicado al día siguiente en Los Ángeles, en el artículo se presentaba una serie de fotografías de Lyman con otra mujer que no era su esposa y con una descripción detallada de la asistencia del carismático Apóstol al domicilio de la mujer.

Lyman fue acusado oficialmente de cohabitar con una mujer y mantener una relación indebida fuera del vínculo matrimonial. Los registros de Lyman en la genealogía de la Iglesia mostraban entonces que Lyman estaba efectivamente casado y sellado con otras mujeres, (se caso y sello primeramente con su esposa oficial Amy Brown en 1896) cuyos matrimonios o sellamientos fueron realizados entre 1918 y 1929 * Nota 2.

2*Curiosamente Lyman se caso y se sello a una segunda esposa el mismo día que fue ordenado Apóstol, el 7 de abril de 1918 en ambas ordenanzas ofició Joseph F. Smith, sexto presidente de la Iglesia e hijo del profeta Joseph Smith y su esposa numero 15, Eliza R. Snow, entonces niñera de Emma Smith y amante clandestina del fundador del mormonismo allá por 1836-1838 y quien entrego al niño en adopción a Hyrum y su reciente nueva esposa Mary Fielding, luego de la muerte misteriosa de Jerusha Barden – Jerusha fue la primer esposa de Hyrum y de quien se decía que ahogo en un charco de agua anegada, justo atrás de la cabaña que habitaban, porque Jerusha le amenazo con llevarse a sus hijos y acudir a las autoridades para denunciar al Apóstol mormón por poligamia al descubrir que Hyrum tenía al menos otras siete mujeres.


Al igual que la mayoría de los otros líderes de la Iglesia, George. A. Smith y Joseph Fielding Smith – apóstoles y líderes de la vieja guardia – tenían matrimonios múltiples, pues creían, practicaban y eran producto de matrimonios así; por lo que al verse enfrentados a la insinuación de una exposición publica y sus consecuencias políticas – además de los intereses financieros y de tipo social – los dos apóstoles y cabezas del Consejo, dieron un paso al lado del camino y dejaron a Lyman solo para ser atacado por Clark y su camada de cachorros.

Richard R. Lyman en ausencia, fue sometido a un tribunal disciplinario secreto – solo voto Clark, David O. McKay, dos apóstoles – que se negaron a ser incluidos en algún documento que los asociara a lo que llamaron una “emboscada maligna” – y se presento una carta de Heber J. Grant al Quórum, también ausente donde manifestaba su respaldo ante la determinación dada por el advenedizo primer consejero de la presidencia.

Lyman, abandonado por sus hermanos oficialmente, siguió manteniendo lazos amistosos con la mayoría de los miembros del Quórum en contra de los consejos del hermano Clark y se consolaba sabiendo que pronto se levantaría un nuevo líder y profeta y el siguiente en la lista era George A. Smith que sentía un desprecio abierto por Clark y que había dicho personalmente a Lyman que “las cosas regresarían al orden tan pronto el hermano Heber partiera de este mundo”.

Cuando George A. Smith fue sostenido por la Iglesia como Profeta, Vidente y Revelador, Clark fue llamado nuevamente como Primer Consejero de la Presidencia dejando un mal sabor de boca en Lyman que se retiro de toda actividad relacionada con la Iglesia. Lyman razono entonces con John A. Widtsoe: “Ese cerdo debe tener agarrado de las pelotas a George. La culpa es nuestra, pues le dejamos entrar”.

La historia dice que el Quórum de los Doce presiono a David O. McKay quien ya para entonces era el Presidente de la Iglesia para que ese mismo año - 1954 - buscara personalmente a Lyman y lo reintegrara con todos sus derechos – incluido el apostolado y su lugar en el Consejo. Ese año fue bautizado nuevamente pero de manera pública rechazo el ofrecimiento, exhibiendo nuevamente a la corte de McKay, a quien Lyman siempre llamo, el Profeta castrado.

Notas finales:

Como última acción pública, Lyman rechazo la invitación para ser reordenado al sacerdocio y se negó a recibir el indulto espiritual que David O. McKay le ofreció. Lyman siempre se refirió a los nuevos integrantes del Consejo de los Doce como “Los apóstoles de Gadianton” en alusión a la manera en que se encumbraron vía el engaño y las combinaciones secretas.

Mark E. Petersen fue ordenado Apóstol, Vidente y Revelador de la misma manera que lo fue J. Reuben Clark, sin experiencia como Autoridad General, Setenta, Presidente de Estaca u Obispo, la vacante que ocupo fue la del propio Richard L. Lyman a quien ayudo a emboscar aquella mañana de Noviembre de 1943. Mark E. Petersen fue ordenado al Consejo de los Doce en abril de 1944. Sonriendo en aquella Conferencia General, Petersen dijo: “Reverente, acepto el llamado de Dios”.

Cuando Mark E. Petersen asumió su nueva agenda de labores en la manzana del Templo de Salt Lake City, dejo atrás su trabajo en Deseret News, trabajo que tanto disfrutaba y donde empezó a amasar una pequeña fortuna bajo la tutela de su mecenas Clark.

Cuando Petersen se fue de allí, dejo a cargo - de lo que consideraba su propia empresa - y bajo su supervisión a su propio protegido y encargado de sus asuntos, un joven e imaginativo Obispo que se caracterizaba ya desde entonces por plagiar historias ajenas, su ¿nombre? Thomas S. Monson.

Pero nos hacen creer que Jesucristo es quien la dirige... Con razón dicen que los mormones adoramos a otra clase de Jesucristo.

7 comentarios:

  1. Ha sido suficiente y yo puedo elaborar mi propia conviccion al respecto cuanta razon tuvo el Profeta Moroni, Mormon , Isaias, y tambien Jose Smith, cuando señalaron esos acontecimientos, LOS CIELOS MUCHAS VECES SE RETIRARON POR CAUSA DEL ORGULLO Y LA CODICIA DE SUS CORAZONES; y por esa razon Dios El Padre, en su debido tiempo enviara independientemente a un profeta y sera lamanita, para poner en orden la Casa de Dios, DyC Seccion 85, por que sin duda alguna Esta es su Iglesia y El lo ha restaurado por mano de los gentiles quienes gobiernan a su manera los asuntos de Padre endiosados y llenos de soberbia y quienes al parecer ya viven los grados de gloria. Sin la presencia de ETERNO DIOS.
    SAMUEL EL LAMANITA.

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  2. ¿que onda con el comentario del Anónimo??? En fin, oye, administrador, me encantaría que publicaras las referencias bibliográficas de todo tus posts, es importante, para darle sustento a lo que aquí compartes. Gracias

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  3. Por favor las fuentes bibliográficas. Así no tiene sentido iniciar un debate.

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  4. Reuben Clark y la Doctrina Monroe? Impactantes declaraciones. Bibliografía por favor

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  5. Sin referencia a tus fuentes, este escrito pasara a ser solo producto de una mente muy imaginativa y conspiradora. Si desea que te tomemos en serio, publica tus fuentes.

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  6. porque no pusiste las referencias de tus supuestas acusaciones?

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  7. Siempre habrá un pendejo usando la lógica como si único dios; y en esencia es y será así. ---los 344 días Jareditas no se cuentan desde que se lanzaron al mar sino desde que huyeron de Babel... Hay que ser estupido peto no tanto...

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